
Cómo mejorar la comunicación entre técnicos y responsables de producto
Uno de los mayores retos que he encontrado a lo largo de mi carrera como ingeniero de software no está en la arquitectura, ni en los algoritmos, ni en los despliegues. Está en la comunicación. En concreto, en la comunicación entre los equipos técnicos y los responsables de producto.
Y es que por muy buena que sea una solución técnica, si no resuelve un problema real de negocio o no se alinea con las prioridades del producto, simplemente no aporta valor. Como alguien con un enfoque muy orientado a producto, he aprendido que hacer de puente entre estos dos mundos es una de las claves para maximizar el impacto de un equipo de ingeniería.
Aquí comparto algunas ideas que me han ayudado a ser más efectivo comunicando en esa intersección.
Habla el idioma del producto
No todo el mundo en la sala tiene por qué entender conceptos como caching strategies, eventual consistency o domain-driven design. Pero sí entienden palabras como coste, riesgo, velocidad, experiencia de usuario o valor para el cliente.
Cuando hables con responsables de producto, traduce lo técnico a impacto. En lugar de decir “vamos a hacer refactor del módulo X”, prueba con: “esto nos permitirá iterar más rápido y reducir el número de errores que están afectando al flujo de onboarding”.
Da contexto, no detalles
Como técnicos, tendemos a querer explicar todo. Pero muchas veces, lo que se necesita es simplemente el contexto necesario para tomar una decisión.
Antes de entrar a detallar cómo vas a implementar algo, asegúrate de que todos entienden por qué eso importa y qué opciones hay sobre la mesa. Si lo técnico es relevante para el trade-off, explícalo. Si no, déjalo en segundo plano.
Aprende a priorizar como producto
Una forma de ganar la confianza de producto es demostrar que entiendes sus objetivos y sus limitaciones. Si cada propuesta técnica que haces va acompañada de una visión clara de su retorno o su impacto, es mucho más probable que la conversación fluya.
Haz el ejercicio de preguntarte: ¿qué impacto tiene esta decisión técnica en el roadmap? ¿Cómo ayuda a cumplir los objetivos del trimestre? ¿Qué ganamos (o perdemos) si no se hace ahora?
Involucra pronto, comunica a menudo
Evita la trampa del “ya lo resolveremos en tech”. Cuanto antes involucres a producto en una decisión técnica con impacto, más alineamiento lograrás. Y al revés: cuanto antes tú como técnico entiendas las decisiones de producto, más acertadas serán tus propuestas.
Reuniones breves, demos, prototipos, incluso pequeños diagramas en papel pueden ser suficientes para mantener a todos en la misma página.
Fomenta una cultura de colaboración, no de traducción
Lo ideal no es que tú seas un traductor entre dos mundos, sino que todo el equipo —técnico o no— aprenda a comunicarse mejor entre sí. Promueve la curiosidad mutua. Invita a producto a sesiones técnicas. Anima a los desarrolladores a interesarse por métricas de negocio. Cuanto más compartida sea la visión, menos fricción habrá en la ejecución.
Evita el push back
Una reacción habitual cuando desde producto se plantea una idea poco realista —ya sea por complejidad, impacto técnico o falta de contexto— es responder con un “eso no se puede hacer” o un “no tiene sentido”. Este tipo de push back directo, aunque a veces justificado, suele cerrar la conversación antes de tiempo y genera fricción innecesaria.
En lugar de negar una petición de forma frontal, lo más efectivo es cambiar el enfoque de rechazo por el de alineamiento. Tu papel como técnico no es decidir unilateralmente qué se hace o no, sino proporcionar el contexto necesario para que producto pueda tomar decisiones informadas.
Explica el impacto técnico, los riesgos, los costes de mantenimiento o la deuda que podría generar una solución concreta. Muestra qué alternativas existen, qué trade-offs implica, y qué esfuerzo requiere en comparación con otras iniciativas ya en curso.
Lo ideal es que, una vez comprendidas todas estas variables, sea el propio equipo de producto quien decida no priorizar esa funcionalidad o replantearla con menor complejidad para que pueda entrar en el roadmap de forma realista.
Este enfoque tiene tres grandes ventajas:
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Fomenta la confianza mutua y evita una dinámica de “bloqueo técnico”.
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Empodera a producto para tomar mejores decisiones.
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Suele llevar a soluciones más pragmáticas que mantienen el foco en el valor sin comprometer la sostenibilidad técnica.
En muchos casos, una idea que parecía “imposible” en su versión inicial puede transformarse en una iteración viable, con menor alcance pero igual de efectiva para el usuario final.
En conclusión
Ser efectivo comunicando entre ingeniería y producto no es solo una “soft skill”. Es una herramienta estratégica para construir mejores productos, más rápido y con menos desperdicio.
Y como técnicos, tenemos la responsabilidad de cultivar esa habilidad, porque es ahí donde muchas veces se decide el verdadero impacto de nuestro trabajo.